No recuerdo que en la escuela exista el hábito de ensenarnos la importancia de cuidar de nosotros mismos, como saber comer, dormir, valorarnos, empoderarnos, mejorar nuestro autoestima, cuidar nuestra mente y cuerpo; toda esta labor de día a día, se espera que venga de los padres, cuando la mayor parte del tiempo lo pasamos en la escuela con cientos de niños con diferentes creencias, modales, comportamientos, donde el centro de atención es ser el mejor del salón, el más inteligente, con las mejores calificaciones, el más atractivo, prepararnos para tener una carrera exitosa y ser aceptado socialmente. A quien le importa en la escuela si comiste la merienda saludable que te mando mama en la lonchera, si en la cafetería puedes encontrar frituras, gaseosas y postres, a quien le importa si tuviste una mala noche y te estas durmiendo en el salón, te obligan a estar despierto o se burlan de ti, el niño(a) que hace bulín le llaman avispado y no pasa nada, y al niño que es atacado por bulín le dicen que sea fuerte que no le preste atención.

Entonces crecemos creyendo que en la vida tenemos que aguantar, que tenemos que ser competitivos, sin importar que o a que horas comemos, dormimos o si no hay tiempo para hacer ejercicio, con tal de cumplir compromisos y dar resultados; así pues, pasan los años y el afán de seguir avanzando profesionalmente, casarnos y tener hijos como es el deber ser, nos aleja del amor propio y de una vida física y mentalmente saludable.

Hasta que nos damos cuenta que nos sentimos diferentes, que algo no anda bien, que subimos de peso con facilidad, que es difícil bajar de peso, que la energía y la vitalidad ya no es la misma, que entre más jóvenes más activos y más sanos y entre más adultos, más cansados y más achaques, nos preguntamos porque nunca lo hice antes, porque yo no lo sabía, porque no me lo dijeron,  pero como la vida sigue y ya estamos metidos en la situación y seguimos ocupados en otras cosas, empezamos a normalizar las enfermedades y a vivir con ellas como parte de nuestro merecimiento.

Pero no es casualidad, tiene sentido que entre más pasan los años todo lo que respiramos, comemos, pensamos y hasta sentimos, nos está alimentando o enfermando, pero no lo sabremos si no nos conocemos a nosotros mismos o no le damos importancia. Toda causa tiene un efecto, lo que comemos impacta nuestro sistema digestivo y lo que pensamos y sentimos, interviene en nuestro sistema nervioso, y cuando estos sistemas se alteran se ve reflejado en la salud de nuestro cuerpo, para bien o para mal.

Hoy en día existe mucha información valiosa para recuperar nuestra salud mental y física de forma natural, pero es tanta y tan compleja que renunciamos antes de empezar. Es por eso que en esta guía quiero explicar de manera sencilla y resumida como podemos recuperar lo que no aprendimos, conocernos y reiniciar nuestros hábitos para mantener las enfermedades a raya y vivir una vida más placentera, activa y llena de energía.